La mañana se despertó fresca... tenía el frescor de las cosas fáciles.
Horas antes, los chaparrones de la madrugada ahuyentaron a los borrachos,
no así a los que buscaban mujeres, pues el deseo no tiene reloj.
Después todo se apaciguó.
Cerca del barrio la parada me llevó al hogar de los locos, en la otra orilla del río; de ahí a ver posarse los pájaros, y en breve, dar comida a las ballenas.
Buena pesca la de hoy.
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